Pinillos de Esgueva
El pueblo de Pinillos está situado a 4 kms. de Sotillo y forma con él un único municipio.
Su historia como núcleo habitado se remonta documentalmente al siglo XI, aunque Pérez de Urbel propone adelantar un siglo la fecha de repoblación. La presencia de la iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción supone la manifestación más clara de la existencia de vida organizada en el lugar.
Conocido con el nombre de Penniellos en documentos del siglo XI, en los que se constata su pertenencia a la jurisdicción de Clunia, pasa a depender del obispado de Osma a partir de 1136. En actas medievales se cita como lugar -no como villa- poblado por 39 vecinos. Según el Becerro de las Behetrías (siglo XIV), se sabe que Pinillos estaba entonces considerado como lugar solariego perteneciente a diversos señores, pasando luego a ser propiedad de la infanta doña Blanca.
La huella de la vida antigua ha sido localizada en la vega del Henar, en un paraje conocido como puente de San Pedro. Allí se han encontrado vestigios de la cultura celta y romana. Sarcófagos, restos humanos y estelas funerarias permiten suponer que la presencia de los primeros cristianos cristalizó en estos lugares. En la misma vega es posible localizar una calzada romana y un puente de la misma época.
En la actualidad, Pinillos es un pequeño núcleo rural esencialmente agrícola y ganadero, compuesto por unos 30 vecinos (en 1752 tenía 36), que mira hacia el futuro con la misma mezcla de esperanza y escepticismo que otros muchos enclaves de Castilla.
Texto: Pascual Izquierdo
Iglesia de la Asunción.- Una de las joyas del valle del Esgueva es la iglesia de Pinillos.
Edificada en la segunda mitad del siglo XII, constituye una bella manifestación del románico rural. Nave única y armoniosa fábrica.
Un ábside con arquillos lombardos, muy raros en Castilla, toma luces de alba. Portada con tejaroz, capiteles historiados y arquivolta geométricamente decorada.
En los capiteles, una serpiente se extiende como símbolo del mal mientras dos leones custodian el árbol de la vida. Interior con arcos fajones y bóveda de cañón, que sobrecoge por su perfección arquitectónica y armonía estética. Esbeltez y equilibrio de las piedras desnudas.
Dos grandes capiteles albergan una curiosa fauna de figuras: centauros con saeta, sirenas de doble cola y soldados enigmáticos. Fuerza y tentación, brutalidad e invitación a la lujuria. Sirenas y centauros simbolizan las pulsiones básicas de la naturaleza humana.
Ermita de Ntra. Sra. de la Blanca.- Pasado el valle del Esgueva y tras superar los rigores del páramo, se abre a los silencios un valle hermético y antiguo. Allí, junto a una fuentecilla que nace de las rocas, se levanta en la mitad de un cerro la ermita de Ntra. Sra. de la Blanca. Fábrica del siglo XII con añadidos góticos. Capitel aparentemente románico en la cabecera, sencillo y esquemático, aunque es muy posible que pudiera pertenecer a época anterior.
Valle del Henar.- Es un lugar íntimo y secreto, donde todavía se encuentra la naturaleza en plenitud virginal. El páramo se abre de repente, descubriendo la ermita anteriormente citada y un valle solitario que puede recorrerse a pie disfrutando de un agradable paseo. Tierras de labranza y un cauce mínimo de agua. Restos arqueológicos. Allí se hallan las llamadas Cuevas del Cura, desde donde el indómito guerrillero burgalés conocido con el nombre de cura Merino preparaba emboscadas contra los ejércitos franceses.
Texto: Pascual Izquierdo